domingo, 6 de agosto de 2017

Los tiempos no cambian


Aunque no soy muy peliculero ayer en una de esas plataformas que nos tienen ya ¨tronados” me encontré con EL SEPTIMO SELLO de Ingmar Bergman una película que por primera vez vi en un cine de mi barrio cuando por cinco pesetas (tres centimos de euro) te ponían el NO-DO y dos películas y allí podías estar sentado toda la tarde porque cuando se acababa la sesión volvía a empezar ya que la proyección era continuada. Eso sí en el descanso unos chavales con unas bandejas de mimbre colgadas del cuello vendían y a la vez voceaban: patatas fritas, caramelos y bombón helado. 
Recuerdo que aquella película me sorprendió pero en aquellos momentos la sorpresa no iba más lejos y reiteradamente se trasladaba hacia la rubia que hacia de protagonista. 

Ahora después de tantos años he vuelto a verla y he comprendido entre otras muchas cosas porque en mis años de pintor inconscientemente pinté este cuadro de ajedrez con sus piezas algunas abatidas huyendo hacia otro mundo. 


La película empieza con una partida de ajedrez entre la vida que se debate con la muerte y el juego transcurre hasta el final con una serie de diálogos y sucesos que despiertan el ser y mueven las entrañas del pensamiento.


Por cierto la película en blanco y negro y mi óleo ha pasado de color a los tonos grises de aquella época medieval en la que parece seguimos inmersos. 

Para la condición humana los tiempos no cambian.