lunes, 3 de febrero de 2014

Mi madre la Tara y el olivo


Mi madre la Tara y el olivo

Que agradable y que sencilla es la vida  cuando cerca de tí tienes a Tara , el olivo, enfrente la casita de madera y al lado a tu madre que te cuenta las historias de su vida.

Hace ya unos cuantos años un día me levanté con ganas de hacer algo distinto y me dió por acercarme a un taller de cerámica que había cerca de casa se me ocurrió experimentar  con el barro junto a otros artesanos que me transmitieron los secretos de la cerámica canaria,  después de varios meses de haber hecho varias vasijas de aborígenes me decidí modelar a Tara era mi Tara mi diosa canaria que me la traía a casa después de sacarla del horno la puse  al lado del olivo que acababa de plantar.

Pasaron y pasan los años el olivo todavía joven sigue creciendo mientras Tara le contempla yo les contemplo a los dos y con mi madre al lado la animé a que me contara las historias de su vida porque con 93 años tiene la memoria de antaño es capaz de hablar mucho y además deprisa de modo que tengo que estar atento para que no se me escape detalle.

La conversación fue larga duró cerca de una hora  yo presté mucha atención pues algunos de los aspectos no se los había oído nunca y es raro porque mira que algunos me los repite varias veces casi todos los días pero al final siempre pienso que el día que no me los pueda contar la echare de menos. Así que yo la animaba a que continuara. La conversación no tenía desperdicio, sus padres emigrantes a Buenos Aires con vuelta de niña a las tierras asturianas, eran los tiempos de la economía de subsistencia, huérfana con otras dos hermanas, su padre las crió con mucho cariño no pasó hambre y aprendió con la maestra, creció, tuvo algún novio que otro y con 20 años se casó con mi padre y se vino a vivir a Madrid y a partir de ese momento a los dos años aparecí yo.

En fin y aunque en la narración hubo momentos alegres, tristes y alguno trágico que vivimos ella y yo, de todo lo que me contó hubo una historia que me llamó la atención y que podía empezar como comienza el poema que hice para recordar ese momento : Salí a la vida y lloré, sentí una caricia y me consolé era mi madre del alma la que la vida me dio …

Según ella cuando me parió lo hizo en su casa con comadrona, palangana y agua caliente y algunos de  los vecinos alentando el empujar porque yo me resistía, hasta que ya por fin salí y me cuenta que la Juliana, una vecina madrileña de armas tomar, me cogió y envuelto en una toalla me sacó al corredor de la vecindad gritando “mirar que crío más hermoso ha tenido la Carmen”.

Era el año1946 ya empezaba yo a entrar en las Redes Sociales.