miércoles, 1 de enero de 2014

LAS UVAS DE DULCINEA


Acabo de empezar el año con más pasión por la vida agarrado a los ensueños, recogido en mi guarida con los dedos en las teclas del ordenador rodeado de enseres, a la derecha la ventana cinematográfica a través de ella veo un sol resplandeciente sobre el mural activo, mis ojos van al Catón de mi vida, lo retrato y lo saco del mural para ponerlo en la primera entrada del año de mi blog arte y cultura, al lado encima de la mesa el libro que me recuerda que lo pequeño es hermoso, el reloj que se paró en las dos y veintisiete cualquier hora sirve para pararse la vida, el bote de lapiceros de recuerdos de países, una libreta de apuntes de frases que se amontonan, una revista del Pan de los Pobres que mi madre me suscribe a ella todos los años desde hace más de 50 y todavía sigue con el nombre y los pobres en el mismo sitio.

Abro el Catón que nunca acabo de leerlo porque siempre me encuentro con él como si fuera un amigo que no quiero que se acabe el oir de su lectura y que no terminen las historias de Rocinante, Don Quijote y don Sancho en ellos pensaba anoche cuando me faltaban dos uvas para tragarme el 2013 eran las de Dulcinea que subida en el altar de la Catedral de Colonia las mostraba a la parroquia y con su pijo bendecido y con los brazos en cruz gritaba a los congregantes no queremos este mundo que nos están imponiendo los patriarcas del sistema.