martes, 1 de noviembre de 2011

EL ORGANILLO



“Cuando vayas a Madrid chulona mía, voy a hacerte Emperatriz de Lavapiés y a alfombrarte con claveles la Gran Vía y a bañarte con vinillo de ...

Noche apasionante de Madrid, años sesenta, cabaret de prestigio de la vía principal, clientes, camareros, camareras, prostitutas, chulos y cerilleras donde la burguesía madrileña se mezcla con escritores, poetas, artistas y vividores de los aledaños del Fontoria el antro de moda: ritmo, frenesí, diálogos profundos, escenas excitantes, peleas, encuentros con desconocidos, humo y alcohol todo lleno de esa música suave y deliciosa llegada desde Nueva Orleáns, impregnada de la aventura directa hacia la divinidad.

Divina era la relación entre un camarero atrevido del barrio de Lavapiés, el músico Frederick, la señora del marqués de Estrada, que era la mujer más castiza del barrio de Chamberí y el propio marqués, al que no le disgustan las melodías llegadas desde Nueva Orleans.

Madrugada tras madrugada en el furor de la noche el amor se descubrió: el marqués se fue con Frederick y doña Concha la del marqués, se quedó con el Manolo, el camarero atrevido y postinero que tocaba su organillo con especial atención.

No hubo nada más venturoso e inquietante que vivir las noches en un tugurio lleno de hombres y mujeres con ganas de divertirse, sin prejuicios y sin límites. Lo sé porque el camarero era yo.

6 comentarios:

  1. Pero que pillín el Manolo... y cómo tocaba el organillo...

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  2. Las informaciones y experiencias de los camareros son muy importantes (sobre todo las de algunos,¿verdad?,Chema)
    LAR

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  3. Vaya con este camarero q atrevidillo ;-))....

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  4. Me has hecho recordar viejos tiempos de Madrid, aunque no soy tan viejita.... jejejjeje... un abrazo Chema.

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  5. Para mi escuchar un organillo es trasladarme a las calles de Madrid, donde todavia se puede escuchar alguno y si lo oyes en cualquier otro sitio inmediatamente tu mente se va a Madrid, me encanta leer lo que escribes y que tengas tiempo para tantas cosas. Un abrazo. Juani

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  6. ¡Que música tan entrañable!, que bien acompaña
    al bello relato con sorpresa. Bss.

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